PRELUDIO I
Xabier Oñativia
Quedan apenas dos meses para que nos encontremos en Madrid en nuestra Jornada Anual de la Escuela. El tema es ¿Cuál es el saldo ético de un psicoanálisis?
La ética es la posición del sujeto a lo real, su respuesta. Lacan nos señala diferentes respuestas del sujeto al final del análisis. A partir de 1967 Lacan se esfuerza en encontrar un final del análisis, por lo que en cada momento considera lo real y las distintas respuestas del sujeto. Así en el Compte rendu del Acto Psicoanalítico nos indica que “el goce considerado como perverso es permitido”. En L’ Eturdit nos dice “que sabrá hacerse una conducta, y hay más de una, incluso un montón”. En la Nota italiana nos señala que una vez cernido el horror a saber, si no hay entusiasmo, no habrá analista ni por asomo. Y en 1976 en el Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI, tan en boga en nuestra comunidad nos hablará del inconsciente real y de la satisfacción de fin que no es seguro satisfacer salvo a (l’avoir pesée) haberla experimentado (el analista).
Quisiera hacer algunas consideraciones, dudas y preguntas que
me surgen después de haber trabajado los libros de Colette Soler: Lacan l’inconscient réinventé. Les affects lacaniens y un artículo aparecido en el Mensuel nº 54 La passe réinventée?
A partir de la frase “cuando el lapsus ya no tiene ningún alcance (portée) de sentido, estamos en el inconsciente, se (lo) sabe, él mismo. Más adelante Lacan definirá ese inconsciente como real (soit réel).
De aquí en adelante tendremos dos reales y dos inconscientes.
El real fuera de sentido y el real de lo simbólico. El inconsciente real (ICSR) y el inconsciente estructurado como un lenguaje. Partiendo del análisis del lapsus, Colette. Soler aplica el mismo análisis al síntoma distinguiendo tres tiempos.
1º El síntoma en sí, con sus inhibiciones y angustias.
2º momento, es el síntoma como significante de la transferencia, su conexión con el Sujeto supuesto Saber, la hystorización, la búsqueda de su verdad y su sentido.
Y 3º cuando pierde su alcance de sentido, como un saber sin sujeto apareciendo la verdad como medio dicha, que nunca alcanza lo real y como mentirosa que acarrea la caída del SsS. Eso conllevará a poderse identificar con el síntoma, reconocerse en él y a la posibilidad del final del análisis. Ya que por medio del lapsus nunca se podrá llegar al final del análisis, ya que siempre se está sujeto a la aparición de nuevos lapsus. El síntoma al entrar en el trabajo asociativo hemos visto que funciona como significante (de la transferencia), como diferente y asociado a los demás significantes, pero cuando ya no tiene alcance de sentido, se transforma en letra, idéntica a sí misma, separada de la cadena, no estructurada ya como un lenguaje. En definitiva como un elemento del ICSR, como un elemento de lalangue.
Lacan también nos dice al principio del Prefacio, que cuando ponemos atención en el ICSR, salimos de él. Además es sólo el analizante el que sabe que ha llegado al inconsciente real, no el analista ni tampoco el cartel del pase y si el analizante piensa en él, se sale del ICSR. Entonces ¿Cómo poder dar cuenta de ello? Colette Soler responde, a través de la variable no epistémica. La satisfacción de fin. En efecto como de todas formas el ICSR, es inagotable, sólo se llega a conocer algunas briznas, siempre pueden aparecer nuevos elementos de ese ICSR a los que el parlêtre intentará dar sentido a través del espejismo de la verdad mentirosa y de nuevo recomenzar el proceso. Para que eso se pueda parar “no hay otro término que la satisfacción que marca el final del análisis”. Pone un término a los amores con la verdad. Es una satisfacción diferente de la satisfacción de la búsqueda de la verdad, de querer dar sentido.
¿Quién podrá captar esa satisfacción diferente, que pone término a la búsqueda de sentido? Otro analizante que, habiendo llegado a las fases finales del análisis pero que no se resigna a no dar sentido, que cree todavía en el SsS y que sigue enredado en sus amores con la verdad y que no acepta un saber sin sujeto. Ese otro analizante, el pasador, está en posición de captar cómo el pasante ha podido dar ese paso suplementario y por tanto obtener la satisfacción de final. “Ya que no hay forma de pavonear, fingir (se donner les airs) si no se está ahí”. C. Soler. Les affects lacaniens. PUF. Pag. 145
En esta fase final el analista tiene una responsabilidad, una urgencia a producir esta satisfacción, si no, se privaría al analizante del efecto terapéutico mayor que es el efecto de final. Pero de eso nunca se está seguro a no ser de haberlo experimentado (pesée) bien sea en su propio análisis o bien sea en otras curas. Y así “cuando en un análisis, y al uso, el goce opaco de un elemento cualquiera resiste a dar sentido, acaso, se acordará que todo lo real no puede ser tratado por el sentido. Entonces, acaso, se guardará de pedir sin tregua todavía un esfuerzo hacia el sentido que, él también, al uso, conduce al impasse. Reconocerá, y termino en este punto, reconocerá el real allí donde está, inverosímil, pero haciendo límite al “hacer verdad” (faire vrai) del análisis” (C. Soler. Les affects lacaniens. PUF. Pag. 147)
Este se acordará, reconocerá para poder poner término a esta búsqueda de sentido y poder producir esa satisfacción del final, es decir, para poder finalizar el análisis y que este no sea interminable es un analista que piensa, que calcula, que actúa como sujeto y además como sujeto que sabe ¿No es esto un poco contradictorio con lo que Lacan dice en el Compte rendu del Acto Psicoanalítico? Allí es taxativo: “el psicoanalista en el psicoanálisis no es sujeto, y que al situar su acto de la topología ideal del objeto a, se deduce que es no pensando que opera” (J. Lacan Autres écrits. Seuil. Pag 377.)
Para Colette Soler está muy claro, es la satisfacción de fin, (de final) la que pone el término a los amores con la verdad. Lo que Lacan dice es: “el espejismo de la verdad, de la que sólo la mentira es de esperar (es lo que se llama la resistencia en términos educados) no tiene otro término que la satisfacción que marca el fin del análisis” (J. Lacan Autres écrits. Seuil. Pag 572)
¿No se puede también entender que es el final del análisis la que produce la satisfacción?
Esto me hace interrogar la satisfacción de fin, con la identificación al síntoma. El neurótico tiene un síntoma, sufre con él y cree con Freud que es a causa del síntoma que no tiene relaciones sexuales satisfactorias. Sueña con la relación sexual una vez desembarazado del síntoma. Una vez que en el análisis el síntoma no tiene ya alcance de sentido comprobará que viene al lugar donde la relación sexual no puede escribirse, parará de darle sentido, cesará su queja y sufrimiento y así podrá identificarse a él y podrá usar de él.
En 1992 en Lecciones clínicas del pase: I, Colette. Soler habla ya de satisfacción. “salir del discurso analítico, es salir de la demanda transferencial… Esta salida comporta una satisfacción específica. Es una nueva reorganización de la libido, que queda disponible para otros fines que los que se consumían en el discurso analítico. Se experimenta como una nueva ganancia de deseo. El sujeto puede estar más o menos satisfecho de lo que su análisis ha producido de saber y de cambios previos, pero en todo caso está satisfecho de poner un término ahí “(d’y mettre un terme). (Comment finissent les analyses. Champ Freudienne. Seuil.
1992)
Estas son algunas de mis preguntas y dudas acerca de esta tan traída y llevada satisfacción y también sobre el analista en esa fase final. ¿Es la satisfacción de fin la que pone término a los amores con la verdad? O ¿es el final lo que produce la satisfacción? ¿Qué relación tiene con la identificación al síntoma? ¿Qué relación entre el analista que se acordará, reconocerá y el analista que actúa a partir del no piensa, que no es sujeto, que ocupa el lugar de semblante de objeto?
Espero que de todo esto podamos debatir en nuestras jornadas.